miércoles, 28 de diciembre de 2011

Borrachos

Yo sé cómo reconocer si un hombre está o no enamorado con solo ver sus ojos: tienen la misma mirada que cuando están borrachos. La frase esa de "embriagado de amor" no es tan falsa después de todo.
Esa mirada también, no sé por qué, pero refleja un atisbo de dolor. Puede ser el cuerpo sabiendo lo que le espera.
No a todos les brillan los ojos, no todos te ven a los labios, no todos lo acompañan de ese tan sonoro silencio. Pero la forma de mirar es precisamente la misma.
Por eso es importante haberlos visto estando borrachos. Y como dicen: los borrachos siempre dicen la verdad pero, ¿los hombres que aman siempre dicen la verdad? No creo ¿Será que el alcohol es más potente que el amor? 
Ciertamente, ambas son drogas pero creo que actúan de forma distinta. Los efectos del amor son más duraderos, la resaca peor, la abstinencia insoportable. Y sí, creo que también provoca un delirium tremens. El alcohol puede acabar con el cuerpo pero el amor, si nos portamos bien y tenemos suerte, no nos  hará mucho daño.
Ambas son fuertemente adictivas, y la una puede llevar a la otra. ¿O sólo el amor al alcohol y no el alcohol al amor? En tal caso mejor ser alcohólico que estar enamorado. Mejor una adicción que dos.


PD: Reflexión hecha sin estar borracha ni enamorada ...pero sí ansiando un martini (:

jueves, 15 de diciembre de 2011

Minchakaman

LA VIDA ES DEMASIADO TODO COMO PARA PASAR EL TIEMPO ESCRIBIÉNDOLA

domingo, 27 de noviembre de 2011

Era una de esas fiestas llenas de hipsters, hispters no interesados en conocer a gente nueva, gente nueva como yo, que los haga sentirse incómodos. Ángela había ido a traer a alguno de sus amigos y yo me quedé sola. Saqué el móvil y empecé a jugar. Nadie me hacía caso y yo tampoco me fijaba en nadie, de pronto vi dos pantalones de tela frente a mí. Ellos se sentaron a mi lado, en plan amistoso, y sonrieron. La gracia que les doy es que fueron directo al grano.
-Danos el teléfono -dijo uno.
El otro, el menos feo, sacó una navaja y me apuntó. Me llamó 'hija de p...' para alarmarme pero, al ver que no reaccionaba ante nada, miró a su compañero con impaciencia.
-El teléfono y nos vamos -volvió a decir el feo.
Lo miré con aburrimiento.
-Te la clavo si no te apuras -dijo el menos feo- hija de p...
Negué con la cabeza. 
-Prefiero morir apuñalada a morir por aburrimiento.

sábado, 12 de noviembre de 2011

En compañía de mi soledad


¡Qué importa que te digan loco, solitario, si tu locura te libera del hastío en el paraíso de la razón!
Siendo solitario eres mas completo que aquellos que dependen de la multitud.
Entre la multitud soy débil, en mi soledad soy indestructible.
Los peldaños de la sabiduría están moldeados por la soledad.
Has de luchar en tu interior, a solas, con tus pasiones, hasta ser dueño de ti mismo.

del Evan. de los V.

viernes, 4 de noviembre de 2011

A veces pienso que la mano que escribe estas líneas y que el corazón que las dicta
son tan poco reales como el espíritu que las lee.

lunes, 17 de octubre de 2011

Las palabras ya no me susurran. Las ideas ya no me pueblan la cabeza. Cada cosa que veo ya no es el principio de una historia nueva. Ahora sí que el mundo es gris. Sin imaginación. Todo por hacer caso a lo de 'pon los pies en tierra y aterriza en la realidad'. 
¿Por qué escoger la realidad cuando puedes escoger entre otro millón de lugares? 
Porque la realidad no esta dentro de ti, no ha nacido en tu cabeza, y por tanto será lo único que te sorprenderá de verdad.
Los mundos de fantasía no eran más que engañosas historias con las que me premiaba cada noche cuando nadie me contaba cuentos. No son más que mi modo de protección ante la soledad.

martes, 11 de octubre de 2011

Las peores pesadillas las he vivido estando despierta. No son llenas de monstruos ni en situaciones peligrosas. No han sucedido en escenarios apocalípticos. De hecho, he estado rodeada de gente hermosa, en ambientes limpios y perfumados. La pesadilla es aquel pensamiento que no permite disfrutar la ausencia de factores estresantes. La pesadilla es no poder sentir la felicidad como otros la sienten. El sueño empieza siempre siendo neutro, luego el dulce sueño se convierte en pesadilla. Pesadilla de la que no se puede ya esperar salir.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Puñetazos de amor

Caminaban por la noche en el parque que parecía estar desierto. Tomados de la mano, suspirando, haciendo que las plantas florezcan a su paso...y todo aquello. Llevaban ya un año juntos.
   -Preciosa, ¡ven conmigo! -gritó un muchacho que apareció por otro camino del parque. Iba solo y no se acercó demasiado a la pareja pero la luz del farol era suficiente para iluminar su mueca lujuriosa.
El novio de la joven frunció su cara y miró con odio al muchacho que no dejaba de mirarla y sonreír. ¡Cuántas veces había tenido que soportar a tipos como aquel! Casi siempre se encontraban a alguno, no importaba si acudían a lugares desolados o si salían a horas en que la gente prefería permanecer en casa. Y siempre había escuchado las patanerías más sucias dirigidas a su chica, y siempre sin poder hacer nada más que alejarse. ¡Cuánta rabia acumulada! No podía ir a golpear al pendejo que tenía enfrente porque eso no resolvería nada, más tarde o al siguiente día aparecería otro para importunarlo. La raza de los pendejos estaba ampliamente extendida y su chica parecía ser el imán de ellos. Pero qué odio que sentía, y qué ganas de destrozar algo, ganas de destrozar algo hermoso, sí, tal ves por ahí...
   -¡Ya estoy harto! -gritó dirigiendo una mirada endemoniada a nadie en particular.
Lo siguiente que hizo fue cerrar y abrir sus ojos como quien pronuncia una oración, selló su mano en un puño,  se acercó a la joven y le asestó un puñetazo en plena nariz. El muchacho que había molestado soltó un '¡Ah!' que quedó ahogado en el aire por el grito de la joven. Ella tenía la hermosa nariz destrozada, la sangre salía a raudales y el rostro empezaba rápidamente a inflamarse.
   -¿Y ahora, cabrón? ¿La seguirás molestando? 
El muchacho se alejó del lugar, completamente anonadado.
   -No te preocupes, ahora sólo en mi mente sé cuan hermosa eres. La belleza se te iba a ir en unos años, pero mi amor nunca disminuirá.
La joven, con ojos llorosos, lo quedó viendo. Siempre había sabido que su amor era un poco retorcido. Sólo quería pensar en que ella lo amaba y que él a ella.



Diálogos y descripciones reducidos en cuanto a brutalidad (;

martes, 23 de agosto de 2011

"más muerto que los antiguos"

Hoy amanecí con unas irresistibles ganas de joder mi vida. Por suerte apareció un ataque de pereza que no me llevó sino a dar vueltas en la cama mientras mi espalda ardía por falta de ejercicio. Momentos después de haber estado divagando entre sueños y fantasías, mi cuerpo se accionó y como máquina empezó a vestirse y salió a caminar. Este cuerpo que no me deja en paz quería toparse con otros de su especie y unirse a la burla general de las cárceles de almas. Cuando por un momento se descuidó, pude vencerlo y subirme a un transporte. Yo sólo me senté al borde de la banca y vi a través de la ventana cómo aquellos sacos de colores manejaban coches, llevaban de la mano a sacos pequeños y a saquitos en brazos, se reunían a moldearse el saco entero mientras otros se lo rellenaban, algunos sacos lucian muy descuidados, tenían aberturas cicatrizadas ¿intentaron acaso liberar lo que había dentro?, por el otro extremo también vi a sacos empecinados en ser bellos saquitos y nada más con sus, en exceso, cuidadas superficies. Me despisté por un momento de mirar porque desde la banca de adelante venía un bullicio infernal incapaz de no incomodar, entonces vi lo que era. Era una bolsa de piel llena de ira y esculpida con forma humana. Arriba tenía un agujero por donde soltaba tanta mierda lingüística como mierda material soltaba por el agujero de abajo. Y hablaba, por supuesto, sobre su saco que ya no era deseado por el saco que la acompañaba, "...y al que me diga que haga ejercicio, pues que se lo meta por el culo, no me importa y a ti menos..." Claro que le importaba.
Mucho más tarde vi a algunos voluptuosos sacos que salían a venderse, así que decidí que era hora de regresar al aburrimiento casero. Puedo estar toda la noche pensando en darme un tiro en la cabeza y sintiéndome un vejete, pero a la vez también puedo descifrar algunas cosillas que me inquietan. Ahora ya sé de dónde venía ese jodido sonido que no me dejaba dormir. Venía de las calles. Debajo de las calles. De las alcantarillas. ¿Y qué es lo que corre por las alcantarillas? Pues las lágrimas de las ratas.

Y respecto a aquella mercancía del corazón llamada amor, claro está que prefiero contrabandear.

lunes, 25 de julio de 2011

Desde el cat's

Él sufría de intolerancia a la vaguería, era uno de esos tipos que no puede estar un segundo sin hacer nada y que tampoco puede verte mientras te las das de vaga. ¿Querías desesperarlo? Pues no tenías que hacer nada, y eso era todo. Por la forma en que me veía, podía apostar a que me odiaba, pero no se concentraba en eso porque se distrairía de sus otros trabajos como mover mesas y limpiar las suciedades de los gatos. No, dar odio era menos importante que tales tareas.
A mi ese restaurante siempre me pareció asqueroso por el hecho de admitir animales, aparte de los comensales. Al principio iba ahí porque estaba cerca de mi supuesto trabajo, pero luego fue sólo para observar al curioso camarero adicto a la actividad que siempre me atendía. No lo describiré físicamente porque hay características más llamativas en su ser, además no tenía nada especial, sólo imaginen la apariencia de un hombre promedio.
Pongámosle un nombre, ¿Juan está bien?, para un hombre de apariencia promedio ahí va un nombre promedio. Ahora bien, yo no había visto nunca a un hombre tan eficiente como Juan. Limpiaba tu mesa mientras te recitaba el menú, luego te decía que volvía en un par de minutos e iba a la mesa siguiente a repetir lo mismo, si a su regreso -casi puedo jurar que en dos exactos minutos, pero siempre me dio flojera comprobarlo- no te habías decidido aún entonces podrías disfrutar de un atisbo de su furia seguido de una sonrisa mientras te recomendaba qué comer, yo diría que más bien te obligaba a escoger. Nunca olvidaba preguntar al final: ¿se le ofrece algo más? Y, si por mala suerte, alguien abría la boca, Juan daba un largo respiro esperanzado en que hasta que el aire deje vacíos sus pulmones el cliente haya ya cerrado la bocaza. Finalmente desaparecía y sólo volvía caminando presuroso con una enorme bandeja de platos encima. La comida estaba  siempre demasiado caliente pero a Juan no le importaba. Así sólo bebieras café, siempre te servía los botes de salsas, y lo hacía con disciplina militar, ordenaba los envases apuntando al este, primero el rojo, luego el amarillo y por último el blanco. Un poco antes de que terminaras tu comida -con la lengua quemada la mayoría de las veces-, él volvía con la cuenta y una sonrisa, de lo más fingida, a agradecerte por haber acudido al cuchitril ese. Se supone que ahí terminaba su trabajo, pero si te quedabas más tiempo viendo simplemente el paisaje, Juan aparecía gustoso a preguntarte si deseabas algo más, no haciendo otra cosa que echarte así fueses el único cliente.
Ese ambiente era enfermizo, y el camarero, aunque eficiente, siempre te caía pesado. Él no era el mejor complemento para una buena digestión, así que sólo ibas ahí si estabas medio loco o llevabas un gato contigo, es decir, si es que estabas medio loco.

jueves, 14 de julio de 2011

Vencida

Vuelvo a lo mismo. Maldecir no ayuda. Nada ayuda. Me pienso perdida. Lo que ha cambiado es que tengo un poco de querer, insignificante para lo que sé que podría alcanzar. Quiero surgir pero no doy muestras de ello. Escribir tampoco ayuda. Me ha vuelto ese dolor de cabeza y esa naúsea cada vez que me pienso. Ojalá pudiera vomitarme a mí misma. No pretendía nada grandioso; sólo quería aprender a controlarme. No pretendía dejar estos deseos no debidos, pero quería poder manejarlos y no que ellos me manejen a mí. No lo he logrado. Se me ocurren muchas otras formas de intentarlo, pero ya no sé si en verdad funcionarán o qué. Esas maneras se me antojan que son la misma cosa pero con mil caras, es mi monstruo de las mil caras. E, incluso, mi problema no está con lo que me hago daño, el problema es el monstruo ese que me hace débil, fácil de tentar, loca.
Su principal característica es hacerme creer que no hay ningún problema y que tengo el control. Nada más falso.

Quise sacar el pie del montón de excremento y terminé mas embarrada que antes. Quise dejar la farsa y trabajar en la realidad, pero finalmente continúo 'viviendo' la farsa y ocultando lo real.

Olvidé que poder ver las estrellas significa no tener techo.

martes, 7 de junio de 2011

Poco sobre genios y monstruos

Hace un tiempo los hombres encontraron cómo despertar a un genio. Tenían buenas intenciones, incluso llegaron a un acuerdo sobre lo que pedirían y nadie se negó a la inocente esperanza de la paz mundial. Finalmente habían encontrado aquellos manuscritos de las antiguas civilizaciones que constituían el eslabón perdido en las historias místicas que todos querían creer; finalmente no quedo ningún escéptico.
Cuando hubieron hecho el rito, por así llamarlo, para despertar al genio, se llevaron una mejor sorpresa. El cielo se ennegreció, cayeron tormentas, rayos y todas aquellas señales que la naturaleza acostumbra dar cuando algo muy malo va a suceder. Entonces vieron que en lugar del genio apareció, por una grieta de la tierra, un monstruo parecido a la más horrenda corrupción de un dragón y que no constituía en absoluto una bestia de magnífica naturaleza; la visión del monstruo alejó los buenos sentimientos de aquellos frágiles corazones humanos y no siquiera necesitó hacer mayor esfuerzo para derrumbar la organización que habíase formado en pos de la armonía anhelada. Parecía ser que la bestia llevaba plagas a donde quiera que fuese, y que la muerte era inevitable. No hace falta especificar las luchas que los hombres tuvieron entre sí; más lo peor fue que ellos cegaron sus espíritus.
No está por demás decir que un ser tan benevolente como aquel genio-ángel, que constituyó la intención original de la empresa de los hombres, obviamente no estaría solo encarcelado en aquel lugar; tenía su guardián. Si vas a  liberar por buenos términos a un encarcelado, es de esperarse que encuentres primero a su celador; y, en este caso, el celador era más bien un amable sirviente del enjaulado quien al verse liberado tardó un poco en atreverse a abandonar su habitual morada. Pensó que sería esperado por quien o quienes fueron en su auxilio, pensó que los seres que lo buscaron estarían esperándolo pacientemente escondidos tras algunas piedras; pero no, ellos estaban ocupados provocándose guerras. El genio vagó por entre ellos con sus mejores modales, mostrándoles su mejor sonrisa; y los humanos no respondían, si es que lo veían era tan sólo para aborrecerlo pensando en que sería otro monstruo. Los hombres estaban tan ocupados lamentándose sus tragedias que a ninguno se le ocurrió siquiera hablarle, siquiera intentar pedirle algo. Y una criatura de tan espléndida naturaleza no podía vivir entre aquella masa desesperada y repugnante; podría decirse que murió de pena.
Al morir, su cuerpecillo vaporoso volvióse casi similar al de un humano, pero era brillante a pesar de ser carne muerta; y tenía alas. Sólo por esto último los hombres se dieron cuenta de lo que era, de lo que había sido, de lo que perdieron. Y lloraron su pena, como si con ello pudieran revivirlo, lloraron como si la historia no les hubiera enseñado a resignarse, lloraron como si fuesen los primeros hombres en la historia, como si ningún conocimiento los antecediera.

jueves, 2 de junio de 2011

BB

Los pájaros tararean podridas melodías a mis oídos, sus alientos fétidos por la carroña me hacen lagrimear, me secan la piel, me estremecen sobre amortiguadamente. Mas sus duros picos no sólo producen horrendos sonidos, también depositan gusanos, gusanos que avanzan campantes marchando con la melodía de la destrucción. Su amor es carcomer con tal morbosa fruición los rescoldos de mis buenos afectos, aquellos que alguna vez me lograron dulces sangrados; ahora, en cambio, me estremece pensar en el charco de ácido que hay donde una vez estuvo mi alma. 

martes, 31 de mayo de 2011

Blue sheep

Oh chica azul, hoy te vi pasar, con tus botas negras (sí, azabache), tu blusa roja (prefieres que diga color sangre ¿verdad?), y tu desdeñado sentido de posicionamiento. ¿Sabes qué día es hoy?, mejor dirías: ¿para qué saber si es igual que ayer? Me parece que a cada paso nos retas a la orgía en la que te anhelamos. Destruyes nuestras visiones, nuestra vida, pero sólo para edificar tus castillos azules desde las ruinas. Nos unes cuando nos dejas y regresas apenas nos sentimos capaces de murmurar sin ti. Eres la encorvada, la que saca pecho, de veras eres. Te agarras de nuestro “soy” mientras que nos dejas ilógicos con el “yo” y las acciones. Apareces cada luna azul, nos impregnas de ningún perfume, y nos lees los versos de conversión para ovejas azules.

domingo, 15 de mayo de 2011

Suini

Algunos de nosotros nos dedicamos a observar al resto de cerdos. Existen cerdos que intentan no parecerlo; existen cerdos que se paran a hablar frente a otros cerdos intentando dirigirlos; existen cerdos que se aislan y prefieren ocultarse en la esquina de la porqueriza; mis favoritos de observar son aquellos que renunciaron a contentarse con las lavazas diarias esperando algún día descifrar algo. Pero los cerdos no estamos solos, existe un cuidador; algunos aseguran haberlo visto, y el resto dice sentir su presencia. Todos a la final concordamos que el cuidador, en caso de existir, no hace más que observar. Me he preguntado si será talvez porque existen otros a más de nosotros, los cerdos; pueda que a pocos pasos de nuestra porqueriza exista un corral de ovejas, o de cabras; ¿habrá un pastor dedicado a ellos o será el mismo que para nosotros?
Los cerditos queremos ser felices, pero cuando lo somos extrañamos no serlo. ¿Las cabras sentirán lo mismo?
Dicen que los cerditos estamos emparejados, dicen que cuando nuestro cuidador entra a nuestra pocilga y coge a uno de nosotros es para llevarlo a una mejor cochinera; dicen también que sólo somos materia creciente que algún alimentará los mezquinos gustos de un grupo de pastores.
Hay cerdos que no creen en nada, ni en sí mismos, cerdos que asesinan al resto, cerdos que trafican con sus hermanos, cerdos que intentan abrir un hueco en la sucia fortaleza que nos encierra; y, en medio de ellos, hay cerdos que aman, cerditos tiernos, cerdos magníficos, cerdos que nos hacen pensar en que quizá nuestra raza no es tan mala.
Esta marrana naturaleza ha sido aceptada. Iré a seguir pensando en mi propia inmundicia.

sábado, 26 de marzo de 2011

I Falsos laureles I

Como resultado del letargo consciente exiguo de inspiración -o a lo que sea que los letrados se refieran con esta palabra- en el que, obligadamente, me he visto inmersa, algunas de mis conclusiones (ciertas o no, no lo sé) han pedido ser escritas:
  • Pensar demasiado es un problema común en los depresivos.
  • Es cierto que el agua es vida, ambas son tan insaboras.
  • Y no importa cuanta agua tomes, no le hallarás sabor. Lo mismo aplica a su homólogo.
  • La vida es analógica. Todo lo digital tiene lógica.
  • El único pensamiento que un vejatorio cerebro puede irrigar gira en torno al goce de la autodestrucción.
  • Es mejor tratar con alguien insoportable que con tu yo interno haciéndote vacilar sobre lo que quieres.
  • Todo lo que tienes es lo que crees tener.
  • Sabes que ya eres lo suficientemente mayor cuando vuelves a leer cuentos para niños.
  • Las buenas intenciones existen, pero están camufladas bajo un manto de invisibilidad.
  • Leer foros de depresión me anima.
  • Ni el pesimismo en su versión más estricta ha causado tantos estragos como la 'sana' práctica de insistir en que la esperanza es lo último que se pierde.
  • Si tienes una respuesta a todo, es porque estás tan inflado de endorfinas que te crees mago.
  • Lo que escribes en una clase aburrida, rodeada de cuerpos cuya única manifestación de vida son los bostezos, es definitivamente lo mejor que puede vomitar tu cerebro para apaciguar la desesperación.

domingo, 20 de marzo de 2011

Hace

Esto lo escribí hace un tiempo. Es sólo para recordar:


A la final pienso que vivimos en una imaginación compartida, que esta es nuestra fantasía común, que esto de cierta forma nos gusta, y si esto nos gusta, el mundo real debe ser terrible. Yo vivo en la imaginación de los demás, y también soy la protagonista de mi fantasía. Espero que cuando muera pueda al fin abrir los ojos. ¿Te has preguntado por qué el universo parece nunca acabar? Pues es porque la imaginación es infinita. Y los millones de millones de imaginaciones hacen juntas un lugar tan complejo e incomprensible como el en que vivimos. ¿Por qué crees que el universo y la imaginación se parecen tanto? Pues porque todo esto es una imaginación, una muy poderosa, la de un ente magnánimo, y ese ente lo formamos todos nosotros, es el ente autocreado, la imaginación que sigue adelante porque es sostenida por los sujetos imaginados. No busques quien creó a quién, esa no es la cuestión, igual ya te habrás dado cuenta de que es como un círculo, oh, amo los círculos para explicarme, a ellos no les puedes encontrar inicio ni fin, ¿te das cuenta?, sólo debes fijarte en el camino, eso sí es algo posible. No te confundas más, no debes buscar el origen, o al menos no de la forma en que normalmente lo harías. Podrás comprender el universo sólo cuando logres comprender tu mente. Es decir, ponte a pensar en cómo los demás ven las cosas, podríamos decir que todos las vemos igual pero en verdad no lo sabemos. Pensamos que lo vemos todo, pero no es así, llegamos hasta la tercera dimensión, somos tan ciegos, vemos tan poco. Y nuestro lenguaje tan limitado, al ver una manzana puedes decir que es verde, pero para mí el verde es lo que para ti es el rojo. Otro  problema es que el lenguaje ha limitado incluso el pensamiento, ya no se piensa lo que no se puede expresar. 

miércoles, 2 de febrero de 2011

La vieja del barrio

Por supuesto que me acuerdo de la puta vieja bruja del barrio. Vivía en la bajada camino a la iglesia, por lo que todos pasábamos por ahí semanalmente. Su puerta estaba justo donde faltaban algunos adoquines en la calle y al pie de un poste que tenía una vieja mancha de sangre. Sucedía que era la mujer multifunciones, de ese tipo de personas que a falta de una verdadera profesión empiezan a aprender de todo con la esperanza de que si no hacen algo bien al menos muchas cosas podrán hacer, aunque no estén tan bien. Si necesitabas saber cómo sería tu futuro con una chica, ella era la gitana. Si necesitabas hacer un amarre, ella era la bruja. Y si el amarre fallaba y necesitabas consuelo, entonces ella era la puta.
Era una mujer de hábitos no habituales. A nada te diría que no, a nada se negaría, no por experimentación sino por miedo a no poder hacer algo. Los hombres iban a golpear tímidamente su puerta y ella de inmediato abría, no dejaba tiempo para arrepentimientos. Yo lo sé porque lo probé. Su cuartucho apestaba tanto como se puede esperar de alguien que ejerza funciones de curandera y de amante. La verdad es que, aunque suene asqueroso, ella no lo hacía tan mal. Yo fui porque caí, como todo joven, en el primer amor no correspondido; y luego porque, como todo joven idiota, quise probar el promiscuo amor de una puta.
Ella se llamaba Amanda. Recuerdo que cuando fui a verla, bajo la amarillenta y parpadeante luz pública yo contemplé tranquilamente su puerta de madera; así mismo, recuerdo que un grupo de mujeres mayores de ojos amarillos pasaban apresuradas y, al mirar a la puerta parpadeaban tanto como si pretendiesen ver lo menos posible. Amanda 'la bruja' era bella, 'la puta' no tanto; pero mi mejor recuerdo es de aquella noche cuando fui por conforte, de justo cuando terminamos y ella expulsó el caliente producto de su orgasmo igual que un volcán. Y es así como prefiero recordarla.
Me sorprende que no puedo rememorarla de niño, sólo recuerdo cuando por las noches pasábamos por fuera de su casa y aquella puerta parecía seducirnos. A todos les sucedía, se quedaban un rato contemplándola con curiosidad y luego escapaban asustados al rememorar las estúpidas historias inventadas por nuestras madres.
He pensando que quizá sigue allí, pero no me atrevería a volver. Sigo siendo un niño temeroso de su madre amenazando con: "yo te dí la vida, y te la puedo quitar". Aunque también puede ser que prefiero la magia y el misterio que envolvían a Amanda; y es que ahora no hay eso, no tengo nada de intriga, sólo existe, y tengo, demasiada realidad.

lunes, 10 de enero de 2011

DV

Llevamos dos días en la casa de Henry. Tendidos en la terraza, bebiendo agua y escuchando sus canciones electrónicas de media hora. A ratos  dormimos, a ratos cerramos los ojos. "Hasta que logres ver sin necesitar tus ojos" me dijo apenas le pregunté hasta cuàndo estaríamos ahí. Èl cree que el agua se lleva toda la porquería material y que la musica te lleva a la esencia de la imaginaciòn. Isaac también estuvo con nosotros pero hace unas horas que se marchó, dijo que si seguìa aquí era más probable que se vuelva loco a que se torne en el ser mental del que Henry tanto nos hablaba. Eloía se nos unió recién, es la que está acostada sobre el borde de cemento con peligro de caer a cuatro pisos de altura sobre la piscina vacía del jardín trasero, ella está aquí porque le interesa Henry, y nada más; cree que todos los que estamos aquì somos monos con los que Henry experimenta. Pueda que tenga razón. En la esquina más alejada está Franklin fumando, dijo que le agrada la idea de Henry pero que no dejaría sus cigarrillos, el día que empezamos vino en su auto apretujado de cajetillas, ahora está sentado con una pila de esas cajitas blancas a un lado y un florero de vidrio al otro lado, a manera de cenicero. Hay una chica de pelo azul que está caminando en círculos y meneando involuntarimente la cadera, lleva así dos horas. Henry está tendido como muerto a los pies del parlante más grande y yo preferí fijarme en los demás porque lo que menos deseaba era pensar en mí.

martes, 4 de enero de 2011

cixot

Os juro que estoy hastiada. Vaya forma de empezar. No más historias. ¿Ni experimentos? No. Dormir es mi actividad favorita, la segunda es abrir los ojos durante las noches y ver la realidad. Pinche realidad. Cada mañana, dulce mañana, en la que me despiertan las amargas gotas, sea la lluvia, sean las lágrimas, doy gracias por poder tener huesos, espinados huesos, porosos, polvorientos, mi anciano esqueleto, me apoyo en él y salgo, los veo, he vuelto a la "civilización", me digo. Entonces aparecen las manos y con cepillos de metal oxidado empiezan a raspar la herida purulenta que me consume. Sale agua, saliva, sudor, orina. Es que ya no hay sangre. Oh demonios, ni con botarme a la basura a medio respirar logran deshacerse de mí. Hasta la muerte me desprecia, huye de mí como si exhalara gas tóxico, no sé por qué lo hace, pensé que era humano el aferrarse a la vida, ¿es que la muerte puede morir? Eso sí sería una tragedia, la peor de la historia, humanos inmortales, ¿algo peor? No lo creo. Sólo queda volver para repetir el ciclo, una y otra vez, sin anhelos, cansancio y aburrimiento sólo hay. 
Pienso durante mi medio día, durante su media noche: Ya no quiero beber leche en un vaso de whisky.