jueves, 9 de febrero de 2012

La guasona

Romelia era una chica cualquiera con un aire singular. De prosa elegante y mirada seca y penetrante. Nunca dejaba a uno solo de sus gruesos cabellos negros ondear al aire. Siempre la acompañaban su osadía a las mujeres y su repugnante mueca de boca desfigurada. Se contaba que de joven fue víctima de la impericia de un odontólogo que, en lugar de encajarle la mandíbula y enderezarle sus dientes, hizo su boca extrañamente grande y forzosamente partió sus labios. Ella había borrado el episodio de su memoria, era demasiado horripilante para una jovencita de catorce años. Las consecuencias fueron las previsibles; ser la burla de sus compañeros, desarrollar una personalidad misantrópica, y algunas obsesiones que nada tenían que ver con su mandíbula, dientes y labios anormales. Y, ciertamente, terminó la secundaría llena de resentimientos y no dispuesta a seguirse exponiendo en un salón de clases. Ahora, es merecedora una pausa para hablar de su familia: de clase media, padre constructor, madre profesora, y con dos hermanos gemelos donde ella era la mayor pero siempre tuvo que seguir el ejemplo de sus hermanos. Los gemelos no eran listos pero al menos maduraban rápido; Romelia solía compensar el cerebro faltante a aquellas idénticas cabezas, y, obviamente, ellos siempre se llevaban el crédito. Ella había renunciado para siempre a aquellos gustillos femeninos que su madre no se preocupaba en disimular como lucir un rojo y espectacular lapiz labial, tener una fotografía suya luciendo una sonrisa enmarcada por unos perfectos labios y, por supuesto, el goce de un desenfrenado beso con un hombre. La ventaja de renunciar a algo cuando joven es que de adulto no sientes su falta, se decía convencida la mente de Romelia.
Tenía múltiples apodos como "la comelatas", "la descosida", y el más reciente y popular: "la guasona". Romelia no sentía la necesidad de ser amable a menos que reciba muestras claras de que iba ser retribuida, y ello pocas veces sucedía. ¿Creen ustedes que ella tenía trabajo? "Se busca mujer de buen aspecto para secretaria, recepcionista, jefa..." Así decían los anuncios. Se supone que la sonrisa arreglaba el rostro de cualquiera, pero a ella la jodía. Si quitamos la boca, pues sí era bonita. Pero era Romelia completa a quien la gente veía así que no, no tenía trabajo. Pero ella era, a grosso modo, la atracción turística de la ciudad. ¿Quién no quisiera ver y fotografiar a una delgada dama de mirada penetrante y labios amontonados como elástico dañado? Había otra razón, que atraía a ornitólogos, y es que ella constituía un imán para los extraños pájaros negros comegusanos del parque...