jueves, 2 de junio de 2011

BB

Los pájaros tararean podridas melodías a mis oídos, sus alientos fétidos por la carroña me hacen lagrimear, me secan la piel, me estremecen sobre amortiguadamente. Mas sus duros picos no sólo producen horrendos sonidos, también depositan gusanos, gusanos que avanzan campantes marchando con la melodía de la destrucción. Su amor es carcomer con tal morbosa fruición los rescoldos de mis buenos afectos, aquellos que alguna vez me lograron dulces sangrados; ahora, en cambio, me estremece pensar en el charco de ácido que hay donde una vez estuvo mi alma. 

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