sábado, 31 de julio de 2010

Simplemente, así estoy

Acostada sobre un duro colchón, sin sábanas ni cobijas. En una habitación que apesta a mezcla de cemento y arena. Los perros ladrando fuera como si el propio demonio anduviera cerca. Con la cara doliéndome por tanta sonrisa forzada. Mi espíritu buscando la comodidad de la oscuridad. El cerebro carcomido por los gusanos de la psicosis. Recordándome que todavía falta por resolver si la locura no es más que un nivel superior de lucidez que la limitada capacidad humana no puede manejar.

viernes, 30 de julio de 2010

Unnamed

Tan sólo estuve cinco minutos dentro de su mente, y me desbarató psicológicamente, me hundió y sin ninguna dificultad. Es cierto que fue asombroso, ver ya no con los ojos sino con las proyecciones de sus complicados esquemas mentales. Pero salí casi sin fuerzas vitales, en este momento, mientras escribo, estoy acostada con apenas fuerzas para teclear, mi mente quedó profundamente desgastada, y mi cuerpo como si hubiera ejercitado un día entero. Mis ojos están vagos, como que se ofendieron por haberlos hecho a un lado. Segura estoy de que fue una experiencia que muy pocos tienen, me gustaría poder explicar lo visto, pero no se puede, no se trató sólo de una imagen, no sólo de sentimientos; era ver cien imágenes a la vez, y verlas desde todos lados, fue ver nuevos colores, y toda clase de figuras amorfas. No me preocupa la complejidad con que escribo esto, porque sé que no podré dar a entender la maravillosa visión que tuve. Me mojé en los pensamientos, y me embarré de un oscuro sentimiento que, como el lodo apesta cuando está podrido, y ¿dónde se pudre?, pues donde no es su ambiente: en este mundo.

jueves, 29 de julio de 2010

Cleptómano de corazones, 2

-Olvida tus ángeles pasados y dime qué piensas hacer con tus presentes demonios -le dije con ánimo de obligarlo a trazar un plan.
-Me temo que me abandonaré a lo que venga; por ahora sé que mi vida dejará de ser errabunda, ya no hay necesidad de aquello -dijo eso y apuró otra taza entera de café
-Eres como el perro que gusta de lamerse las heridas -le dije
-Pero sólo porque en esos lugares hubo antes zonas sanas y limpias. A nadie le gusta la peste, pero cómo recuerdan los tiempos en que todo era dicha para ellos. Acepto mi fracaso como parte del equilibrio natural de las cosas, sé que cuando yo fui feliz hubo otros que se ahogaban en la desdicha.
-¿Y qué? ¿Piensas por eso dejarte llevar por donde el equilibrio natural quiera?
-Lo mío ya ha acabado, aunque muy pronto
-No, tú comenzaste muy temprano
Quedóse pensando, dubitativo sobre si empezó muy pronto o acabó temprano.
-Creo que en este caso el tiempo no importa sino más bien los resultados -dijo finalmente-, he delinquido 306 veces, incluyendo aquella vez que robé lo que no quería. 
-¿Y te satisface ese número?
-No, para nada. Pero lo que más me inquieta, podrá sonarte ridículo, es que el número en sí no me deja tranquilo. 
-¿A qué te refieres?
-Mi propensión morbosa no es sólo hacia los corazones femeninos, sino también hacia los números primos -esta vez no bebió más café, sino que me miró como retándome a reir en su cara
-Corazones y números primos, no es nada ridículo -respondí tranquilamente y bebí un poco de té
-Me temo que eres incapaz de ver lo estrafalario -me dijo, le lancé una mirada de desacuerdo-. Yo salía con mis víctimas sólo el 1, 2, 3, 5, 7, 11, 13, 17, 19, 23, 29, y 31 de cada mes -lo dijo tan rápido que me sorprendió- y sólo a las 7 para el desayuno o a las 13 horas para el almuerzo; las visitaba en sus casas a las 11 de la noche y sólo teniamos sexo de 1 a 3 de la madrugada; ellas debían tener 19, 23, 29 ó máximo 31 años, yo las abandonaba el día de su cumpleaños. Y, por supuesto, salía simultáneamente con 5 o 7 mujeres. Esas fueron mis mañas principales, tenía otras tantas, como que sus números de contacto resulten de alguna forma primos, exploraba sus cuerpos desnudos buscando una cantidad prima de lunares o manchas, cuando ellas caminaban hacia mí y creían que yo adoraba sus piernas en realidad estaba contándoles los pasos y sucedía que a veces me debía alejar un poco, en fin, hasta a mí me cansa recordar estas sinuosidades.
-Y siempre me convocas para reunirnos a las cinco de la tarde ó a las siete de la noche.
-Y yo siempre llego con 13 minutos de retardo.
-Y pides 3 ó 5 vasos o tazas de algo
-No se puede beber directo de la jarra o tetera, y éstas por lo general contienen cuatro porciones.
Hizo una pausa, apuesto a que fue de tres segundos, y volvió a hablar.
-Por eso adoro venir a este lugar- el sitio en el que estábamos era un bar-cafetería llamado "1812"
-¿Por qué?¿Por qué es un número y ya?
-Porque si sumas los dígitos, vas a obtener 3

martes, 27 de julio de 2010

Cleptómano de corazones, 1

-Jamás te he contado sobre mi víctima menos deseada, sobre mi menos favorita -dijo queriendo sonar interesante, él sabía que yo detestaba sus historias pasadas, pero lo acompañó con un gesto de ternura que no pude soportar y asentí en silencio.
Nos sentamos en una solitaria mesa libre que había al fondo, él pidió cinco tazas de café y yo, como siempre, un poco de té.
-No es que me vanaglorie de haber alcanzado siempre lo que he deseado. Más bien quisiera poder decir que siempre no he alcanzado lo no deseado. Pero qué mas da; tener algo, mejor dicho a alguien (rectificó porque me vio fruncir el ceño al referirse a una mujer como cosa) que no era de mi agrado me fue muy extraño. Te diré, querida amiga, que ella no era ni por asomo lo que yo deseaba en una mujer; sin embargo, ahora con qué gusto la acogería, pero lo más probable es que despierte en ella tanto aprecio como en las demás: nada. Esta mujer fue como el bonus desdeñado de una de mis usuras. La llegué a detestar, sí. Fue el oprobio por mi faltas. Yo era feliz con todas las penas que le ocasionaba a las mujeres cuyos corazones robaba, pero el corazón de esta mujer me sabía repugnante. Físicamente, con sus miembros rechonchos y uñas llenas de mugre, se parecía más a un hombre. Trabajaba de jardinera y apuesto a que ningún capullo ni ninguna flor se atrevían a madurar en su presencia. No tengo idea clara de cómo fue que ella me conoció, tal vez estuvo trabajando en casa de una de mis mujeres. El hecho es que, una mañana cuando salía de mi casa la encontré en mi jardín sembrando rosas; al verme, los ojos se le iluminaron y caminó toscamente hacia mí. Yo podía identificar claramente cuando había atrapado a alguna, y ella estaba bien atorada en mis garras. No pudo hacer más que sonreírme, y yo tampoco sabía que decir. Jamás practiqué a devolver lo robado. Me parecía imposible, pero hasta a los ladrones nos pasa que obtenemos lo no deseado.
No quería jugar con ella, desde el primer momento supe que no me traería ninguna satisfacción. Yo siempre había sido un imán de mujeres, no tenía idea de cómo repelerla, así que decidí ignorarla. Debo aceptar que observar su mirada triste me llenaba de remordimientos, pero me recordaba a mí mismo que en realidad le estaba haciendo un favor al mantenerla al margen de mis artimañas. Dejó de ir a trabajar gratis en mi jardín, pero aún la veía dar vueltas por fuera de mi casa. Pasó demasiado tiempo hasta que se alejó completamente, y yo mientras tanto procuraba rodearme de mis amadas. 
Pueda que no te parezca la gran historia, pero así fue. Yo jamás le hablé ni ella a mi, aunque claro, cada quien por razones muy distintas. Ahora estoy pasando con cada mujer lo que ella conmigo cuando la ignoré, y me siento peor aún de lo que entonces cuando no podía evitar pensar en ella. Ah, siento que la mente se me vuelve débil al recordarla porque sólo va a traerme más tristeza y ni mi cuerpo ni mi alma anhelan más torturas. -Vació su primera taza de café, nunca he entendido cómo las personas pueden beber algo recién hervido y no hacer ningún gesto; tal vez era que su alma estaba tan fría que ni la temperatura cercana a la ebullición podía reanimarla.

lunes, 26 de julio de 2010

Cleptómano de corazones

Él me contó cómo y con qué ganas había usurpado los corazones de sus dependientas. Fue así como comenzó. No fue un experimento, él sabía exactamente lo que hacía y lo que podría pasar; lo único que no sabía es que eso le iba a resultar inevitable, que se convertiría en su trauma. Siguió creciendo y siguió hurtando sin remordimientos. Cuando lo conocí, era ya natural en él enamorar con una mirada, y robar el corazón con una sola palabra. Pero un día descubrió que ya no le bastaba, su satisfacción ya no venía por la misma vía que antes. Y la larga colección de almas, corazones, y desgracias ocasionadas se volvieron insípidas a su exquisito gusto.
Por un tiempo se empeñó en jugar niñerías; no se trataba de apasionarse como siempre sino de ocasionar relajillos bobos, estúpidas conjeturas a sus víctimas. Y como toda etapa, pasó y avanzó un nivel. El que luego su vida se tornara aburrida no es ninguna sorpresa, también intentó colocando a varias mujeres en líos más serios, incluso probó con hombres. Pero no le gustó, ni le bastó.
Ahora, en cambio, ya no puede enamorar tan fácilmente. No es que haya perdido su encanto, porque él sigue igual de atractivo, sino que ya no sabe cómo hacerlo. No hace mucho que sentí lástima viéndolo intentar enganchar a una joven en un bar; ella no se inmutó y él se hundió más en su depresión.
Hoy quedamos en vernos, él necesita un poco de compañía, y yo trataré de persuadirlo para que deje de hacer intentos. A menudo cuando hablamos, él gusta de recordar sus buenos tiempos; sin embargo, es plenamente consciente de la inutilidad de aquello. El pasado es un fantasma bienvenido pero vano.
Lo estoy esperando en la puerta del café donde siempre nos encontramos. Le gusta llegar tarde, se siente deseado, y yo decido darle ese gusto.
A los quince minutos de retraso aparece doblando por la esquina, lleva un sencillo buzo verde y unos jeans. Su belleza no necesita mayores complicaciones.
-¿Me he pasado mucho? Perdón por la tardanza -dice él con su gesto amable, noto que está usando un perfume diferente del normal, es mucho más fuerte; supongo que ahora intentará llegar a las mujeres desde la nariz, pero está muy equivocado.

jueves, 15 de julio de 2010

Poder 1

Podía manejarlo desde mi mente, podía organizarlo, destrozarlo, exaltarlo, y humillarlo a voluntad. Pero, ahí fue cuando él se puso atento, subrepticiamente se vino en contra mía. Ahora era yo la dominada, era la creadora sumisa a su criatura, el amo que sirve a su esclavo. Mi servidumbre bajó a niveles por debajo de la más mísera criatura: el humano, por supuesto. ¿Qué podrá ser peor? Pues me volví no sólo esclava de él sino de mí misma, el autoimpuesto yugo se hacía más fuerte que el otro. Por un momento compitieron, pero incluso nadie es mejor vasallo para sí mismo que justamente sí mismo; se trata del esclavo que conoce perfectamente a su amo y del amo que sabe cómo abusar de su siervo. Y esta sumisa ya no puede más...

Elevación

Como un zigzageo vino. Es difícil intentar desterrar lo no pretendido. Olvidar tu obsesión cuando tu obsesión es obsesionarte con cualquier cosa. ¿Y él eleva mi espíritu? No, claro que no. Sólo crea un caos en mi energía, es un acelerador y nada más. Es el experto en el descontrol, su trabajo se ve culminado cuando me lleva al desenfreno y luego simplemente me abandona. No es malo, sólo hace su trabajo, tal vez al que menos se le tiene gratitud. Sólo es un acelerador y nada más...

jueves, 8 de julio de 2010

Spiders

Está subiendo por una de las paredes de mi insípida habitación; "sin prisa, pero sin descanso", lo hace con orgullo como una mujer caderona que se menea ante la vista de un hombre; sólo que, a diferencia de la mujer, nadie quiere ver a esta criatura de ocho extremidades pavoneándose cerca suyo. La dejo seguir, pero entonces me doy cuenta que luego me podría hacer daño y que la única forma de evitarlo es dañándola yo a ella en este preciso instante. Otra circunstancia común: con quienes no te entiendes lo mejor es apresurarte a ser el primero que hiere, porque el que primero hiere lo hace dos veces. De acuerdo, lo haré, busco algo, para herir cualquier cosa es útil, lo importante es la intención, y vaya que la tengo, tomo un cuaderno y lo estampo sobre ella, una mancha color miel oscura aparece sobre la pared y, en la parte del cuaderno está ella, plana igual que una calcomanía. ¿Llamarían a esto el ciclo de la vida?

martes, 6 de julio de 2010

Ahí estan

Ahí están ellos, puedo oír sus voces parlanchinas desde aquí, puedo escuchar su grito por cada insignificante éxito que consiguen y las deliciosas lamentaciones por sus faltas. Y es que, ellos son apasionados, depositan toda su confianza en lo que sus ojos ven a simple vista. Y no les importa nada más, no hacen caso al lastimero sonido de fondo que anuncia su constante desgracia. Pretender enseñarles es inútil, necesitarían cambiar su fisonomía para lograrlo; pero no, ellos son lánguidos, esa es su máxima, y cualquier cambio en aquello que creen perfecto los puede desbaratar. Y ellos siguen ahí, en la misma arcaica habitación a la que no quieren abandonar.