sábado, 26 de marzo de 2011

I Falsos laureles I

Como resultado del letargo consciente exiguo de inspiración -o a lo que sea que los letrados se refieran con esta palabra- en el que, obligadamente, me he visto inmersa, algunas de mis conclusiones (ciertas o no, no lo sé) han pedido ser escritas:
  • Pensar demasiado es un problema común en los depresivos.
  • Es cierto que el agua es vida, ambas son tan insaboras.
  • Y no importa cuanta agua tomes, no le hallarás sabor. Lo mismo aplica a su homólogo.
  • La vida es analógica. Todo lo digital tiene lógica.
  • El único pensamiento que un vejatorio cerebro puede irrigar gira en torno al goce de la autodestrucción.
  • Es mejor tratar con alguien insoportable que con tu yo interno haciéndote vacilar sobre lo que quieres.
  • Todo lo que tienes es lo que crees tener.
  • Sabes que ya eres lo suficientemente mayor cuando vuelves a leer cuentos para niños.
  • Las buenas intenciones existen, pero están camufladas bajo un manto de invisibilidad.
  • Leer foros de depresión me anima.
  • Ni el pesimismo en su versión más estricta ha causado tantos estragos como la 'sana' práctica de insistir en que la esperanza es lo último que se pierde.
  • Si tienes una respuesta a todo, es porque estás tan inflado de endorfinas que te crees mago.
  • Lo que escribes en una clase aburrida, rodeada de cuerpos cuya única manifestación de vida son los bostezos, es definitivamente lo mejor que puede vomitar tu cerebro para apaciguar la desesperación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

sé libre