martes, 16 de noviembre de 2010

La Man

Ella hablaba mucho, como casi todas las mujeres, se sentaba frente a mí, le gustaba conversar conmigo. Yo me concentraba en mirar sus tetas medio hinchadas mientras mentalmente me decía que era una mujer. No eran sólo sus músculos desarrollados y la tosquedad de sus gestos lo que me ocasionaba despreciarla como fémina, sino su voz tan horríblemente gruesa. Me era más fácil imaginarla como un hombre gozoso masturbándose con un pene invisible antes que como una delicada mujer de mirada brillante envuelta en su orgasmo.Yo sé que el resto de los jóvenes tampoco la veían diferente que yo, era tan sólo que para ellos ser hipócrita era más fácil. No era una mujer que parecía hombre, lucía más bien como un hombre con un hueco entre las piernas.Parecía burlarse de su vacilante naturaleza de género, nos insistía en que la llamásemos por ese nombre femenino que era muy común entre nuestras madres y hermanas, otro día apareció con un corte de cabello igual al de nosotros, nos animaba constantemente a medirnos en fuerzitas con ella y así también a no estropearle el esmalte rosado de sus uñas...

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