lunes, 26 de julio de 2010

Cleptómano de corazones

Él me contó cómo y con qué ganas había usurpado los corazones de sus dependientas. Fue así como comenzó. No fue un experimento, él sabía exactamente lo que hacía y lo que podría pasar; lo único que no sabía es que eso le iba a resultar inevitable, que se convertiría en su trauma. Siguió creciendo y siguió hurtando sin remordimientos. Cuando lo conocí, era ya natural en él enamorar con una mirada, y robar el corazón con una sola palabra. Pero un día descubrió que ya no le bastaba, su satisfacción ya no venía por la misma vía que antes. Y la larga colección de almas, corazones, y desgracias ocasionadas se volvieron insípidas a su exquisito gusto.
Por un tiempo se empeñó en jugar niñerías; no se trataba de apasionarse como siempre sino de ocasionar relajillos bobos, estúpidas conjeturas a sus víctimas. Y como toda etapa, pasó y avanzó un nivel. El que luego su vida se tornara aburrida no es ninguna sorpresa, también intentó colocando a varias mujeres en líos más serios, incluso probó con hombres. Pero no le gustó, ni le bastó.
Ahora, en cambio, ya no puede enamorar tan fácilmente. No es que haya perdido su encanto, porque él sigue igual de atractivo, sino que ya no sabe cómo hacerlo. No hace mucho que sentí lástima viéndolo intentar enganchar a una joven en un bar; ella no se inmutó y él se hundió más en su depresión.
Hoy quedamos en vernos, él necesita un poco de compañía, y yo trataré de persuadirlo para que deje de hacer intentos. A menudo cuando hablamos, él gusta de recordar sus buenos tiempos; sin embargo, es plenamente consciente de la inutilidad de aquello. El pasado es un fantasma bienvenido pero vano.
Lo estoy esperando en la puerta del café donde siempre nos encontramos. Le gusta llegar tarde, se siente deseado, y yo decido darle ese gusto.
A los quince minutos de retraso aparece doblando por la esquina, lleva un sencillo buzo verde y unos jeans. Su belleza no necesita mayores complicaciones.
-¿Me he pasado mucho? Perdón por la tardanza -dice él con su gesto amable, noto que está usando un perfume diferente del normal, es mucho más fuerte; supongo que ahora intentará llegar a las mujeres desde la nariz, pero está muy equivocado.

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