jueves, 15 de julio de 2010
Poder 1
Podía manejarlo desde mi mente, podía organizarlo, destrozarlo, exaltarlo, y humillarlo a voluntad. Pero, ahí fue cuando él se puso atento, subrepticiamente se vino en contra mía. Ahora era yo la dominada, era la creadora sumisa a su criatura, el amo que sirve a su esclavo. Mi servidumbre bajó a niveles por debajo de la más mísera criatura: el humano, por supuesto. ¿Qué podrá ser peor? Pues me volví no sólo esclava de él sino de mí misma, el autoimpuesto yugo se hacía más fuerte que el otro. Por un momento compitieron, pero incluso nadie es mejor vasallo para sí mismo que justamente sí mismo; se trata del esclavo que conoce perfectamente a su amo y del amo que sabe cómo abusar de su siervo. Y esta sumisa ya no puede más...
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