Era una de esas fiestas llenas de hipsters, hispters no interesados en conocer a gente nueva, gente nueva como yo, que los haga sentirse incómodos. Ángela había ido a traer a alguno de sus amigos y yo me quedé sola. Saqué el móvil y empecé a jugar. Nadie me hacía caso y yo tampoco me fijaba en nadie, de pronto vi dos pantalones de tela frente a mí. Ellos se sentaron a mi lado, en plan amistoso, y sonrieron. La gracia que les doy es que fueron directo al grano.
-Danos el teléfono -dijo uno.
El otro, el menos feo, sacó una navaja y me apuntó. Me llamó 'hija de p...' para alarmarme pero, al ver que no reaccionaba ante nada, miró a su compañero con impaciencia.
-El teléfono y nos vamos -volvió a decir el feo.
Lo miré con aburrimiento.
-Te la clavo si no te apuras -dijo el menos feo- hija de p...
Negué con la cabeza.
-Prefiero morir apuñalada a morir por aburrimiento.
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