Oh chica azul, hoy te vi pasar, con tus botas negras (sí, azabache), tu blusa roja (prefieres que diga color sangre ¿verdad?), y tu desdeñado sentido de posicionamiento. ¿Sabes qué día es hoy?, mejor dirías: ¿para qué saber si es igual que ayer? Me parece que a cada paso nos retas a la orgía en la que te anhelamos. Destruyes nuestras visiones, nuestra vida, pero sólo para edificar tus castillos azules desde las ruinas. Nos unes cuando nos dejas y regresas apenas nos sentimos capaces de murmurar sin ti. Eres la encorvada, la que saca pecho, de veras eres. Te agarras de nuestro “soy” mientras que nos dejas ilógicos con el “yo” y las acciones. Apareces cada luna azul, nos impregnas de ningún perfume, y nos lees los versos de conversión para ovejas azules.
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