Como resultado del letargo consciente exiguo de inspiración -o a lo que sea que los letrados se refieran con esta palabra- en el que, obligadamente, me he visto inmersa, algunas de mis conclusiones (ciertas o no, no lo sé) han pedido ser escritas:
- Pensar demasiado es un problema común en los depresivos.
- Es cierto que el agua es vida, ambas son tan insaboras.
- Y no importa cuanta agua tomes, no le hallarás sabor. Lo mismo aplica a su homólogo.
- La vida es analógica. Todo lo digital tiene lógica.
- El único pensamiento que un vejatorio cerebro puede irrigar gira en torno al goce de la autodestrucción.
- Es mejor tratar con alguien insoportable que con tu yo interno haciéndote vacilar sobre lo que quieres.
- Todo lo que tienes es lo que crees tener.
- Sabes que ya eres lo suficientemente mayor cuando vuelves a leer cuentos para niños.
- Las buenas intenciones existen, pero están camufladas bajo un manto de invisibilidad.
- Leer foros de depresión me anima.
- Ni el pesimismo en su versión más estricta ha causado tantos estragos como la 'sana' práctica de insistir en que la esperanza es lo último que se pierde.
- Si tienes una respuesta a todo, es porque estás tan inflado de endorfinas que te crees mago.
- Lo que escribes en una clase aburrida, rodeada de cuerpos cuya única manifestación de vida son los bostezos, es definitivamente lo mejor que puede vomitar tu cerebro para apaciguar la desesperación.
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