Él ya no soportaba las continuas demostraciones de cariño de su familia, esa cara de benevolencia de sus abuelos, esa dulzura de los bebes, esa sensación de vacío, esa preocupación por el futuro. Simplemente se dejó ir a lo más sencillo, decidió explotar en otro mundo, y se clavó un cuchillo en sus pulmones, y luego pasó la afilada navaja por su cuello. Tampoco quería una muerte de película, sólo una forma que le asegure morir pronto; no quería correr el riesgo de que lo encuentren e intenten salvarlo. Hace unos días que su aliento empezó a apestar, él sabía que desde siempre había estado podrido por dentro, pero nunca había sentido el olor. Es una historia simple, no tuvo un enredo amoroso que lo decepcionó, ni un fracaso laboral, ni se entristeció por filosofar. Es tan sólo que cumplió 20 años, y dos décadas bastan para detestar tu vida.
twenty is enough
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